martes, septiembre 29, 2009

El primer día de educación formal

Otro de los recuerdos que viene a mi mente, tiene que ver con mi primer día de clases en el jardín de infantes. En realidad, no tengo memoria de haber tenido un proceso de selección o de aprobación como el que se tiene en la actualidad, de hecho, no recuerdo haber pisado el jardín de infantes en días anteriores a mi primer día de clases y creo que eso se debe básicamente a que, desde pequeño me ha gustado la tecnología y empecé a aprender las lecciones básicas sobre los números y las letras a través de la televisión con el programa de Plaza Sesamo.

Mi rutina frente a la televisión empezaba poco después de la hora del almuerzo con el programa “La mujer y el hogar” con Evangelina de Chauvin, del cual mi mamá era fanática por las recetas de cocina, luego, venía el momento para mi solo, empezando con Plaza Sesamo, seguida por Kimba, Meteoro y Ultra 7. Para ese momento, empezaban las novelas como “Ana del aire”, "Mundo de Juguete" y otras por el estilo, ese era el momento para salir al patio de la casa y empezar a soñar con aquello que todos los niños sueñan. Al entrar nuevamente a casa, como en aquel tiempo no se satanizaba al café para los niños , me esperaba siempre una taza de café con alguna delicia preparada por mi mamá en la tarde, y culminaba mi día de aprendizaje televisivo, con una mirada a la historia del país en un programa corto que desarrollaba el insigne  poeta, escritor e historiador Ricardo Descalzi.

Volviendo a mis días de escuela, recuerdo que, para el inicio de mi vida estudiantil, me compraron una parada completa de ropa hecha de tela jean. Así, vestido con zapatos negros, pantalón jean, camisa blanca y chompa de jean fui a aquel que sería mi segundo hogar durante mi educación pre escolar, primaria y secundaria, o al menos eso estaba planificado. Con esa ropa y el pelo que me tapaba las orejas, realmente solo me faltaba el letrero de “patéenme” en la espalda, ventajosamente, los 70’s eran una época aun inocente en la franciscana ciudad de Quito y sus colegios.

Inicié mis estudios en el Jardín de Infantes del Colegio Cardenal Spellman de varones, una institución educativa regida por los sacerdotes salesianos. Estaba ubicado en el sector de la Floresta, donde actualmente se encuentra la Universidad Politécnica Salesiana y, en el lugar donde ahora se asientan algunos edificios de la Escuela Politécnica Nacional y el American Junior College se encontraba el Colegio Americano de Quito.

El jardín, era una casa antigua, vieja, con “olor a viejo… en serio” con pisos de madera y un patio grande, enclavada donde posteriormente los salesianos construirían el Coliseo del Colegio Spellman y que ahora es el Coliseo de la Universidad.

La ñaña Consuelo me llevaba a clases pues para esa época estudiaba en la Universidad Católica del Ecuador, así que tení contacto con el ambiente universitario a diario JE JE JE.

Yo gozaba el pasar por los predios universitarios temprano en la mañana y ver el ajetreo de los estudiantes universitarios, que con el tiempo no ha cambiado, lo único diferente ahora son los edificios nuevos y las minifaldas...

jueves, septiembre 17, 2009

Los almuerzos del domingo

Una tradición de las familias quiteñas y creo yo que de las ecuatorianas, llega a ser el almuerzo de los domingos. Generalmente esta tradición empieza a cimentarse cuando los hijos de la familia ya están grandecitos y además los abuelos de la familia, que mantenían la tradición, ya no están.

El tener un día de vacaciones en el cual toda la familia “meta mano” en las viandas, es una experiencia inolvidable, aunque en mi caso, la única que metía mano en la comida era mi mamá, a nosotros nos tocaba arreglar la casa para las visitas.

Recuerdo cuando era niño, el ñaño Patricio solía visitar la casa, no recuerdo con qué frecuencia, pero la visitaba precisamente para el almuerzo de familia, con mi tía y mis primos, creo que la tradición se perdió, cuando él se mudó a vivir por un tiempo en Manta, a su regreso, ya nada era igual… Bueh… en todo caso, continúo con la historia.

En los almuerzos de domingo, casi estrictamente se comía lo mismo: Un caldo de pollo cocinado lentamente, con vegetales y sin condimentos raros como los cubitos o los saborizantes, sino con aquellos naturales como la sal, la pimienta recién molida al igual que el comino, con un marcado sabor de apio, que se cocinaba lentamente con el pollo. El plato fuerte se constituía del pollo, previamente cocinado en su caldo, sazonado con sal, pimienta y comino y frito en una generosa cantidad de aceite, hasta que la piel se encuentre bien crujiente, esto acompañado de papa cocinada con salsa blanca (bechamel le dicen los finos), fideos tallarín revueltos con huevo y queso, coronado todo esto con lechuga fresca cortada en finas tiras. Para complementar el almuerzo, se servía jugo de mora, hecho con moras cocinadas, coladas en cedazo y luego, licuado el jugo con un huevo crudo para espumar y azúcar para endulzar generosamente. Realmente solo de pensarlo se me hace agua la boca…

Uno de los recuerdos gratos que tengo y que de alguna manera quiero replicar en mi casa, es la preparación del aliño para las carnes que ofrecía mi mamá. Con los ingredientes en la mano, tomaba su piedra de moler y en ella colocaba cebolla blanca, cebolla paiteña o perla, sal, pimienta y comino entero, luego, a fuerza de moler con la piedra, la casa se inundaba de un olor picante y mordisqueante pero a la vez aromatizado por las especias.

Poco a poco, el almuerzo dominguero, se fue diluyendo y dio paso a otras tradiciones dentro de casa, como ir a comer fuera, salir de la ciudad y almorzar en las parroquias aledañas a Quito como Guayllabamba o El Quinche. Durante algún tiempo, mi mamá tuvo la costumbre de salir los días sábados a hacer compras en el sector de La Ipiales, durante el tiempo en que las ventas ambulantes del sector tenían tomadas las calles del Centro Histórico de Quito. Cuando hacía las compras, era infaltable su regreso, con un buen festín constituido por conejo asado y papas en salsa de maní. Esa era también una delicia difícil de igualar.

miércoles, septiembre 16, 2009

El día que elegimos Reina del Barrio

No alcanzaría yo los tres o cuatro años, cuando, en el barrio se efectuó la tradicional elección de Reina del Barrio, previa a las fiestas de fundación de la Ciudad de Quito que se celebran durante la primera semana del mes de diciembre y que tiene su punto mayor la noche del cinco.

La Elección de Reina, se la hizo durante mucho tiempo, en la escuela que quedaba a una cuadra de mi casa, era una escuela fiscal con el nombre de “Escuela República Federal de Alemania”.

Las imágenes que tengo grabadas, se tienden a mezclar con las historias que mamá solía contar, pero recuerdo vividamente los peinados típicos de los años setenta, pelos engominados de los hombres, la mayoría con “Glostora lavanda”, patillas, lentes con marcos de carey… y las mujeres… ah… las mujeres, con vestidos que iban desde minifaldas puestas de moda en los sesentas por Mary Quant hasta las maxis que no eran más que vestidos extremadamente largos, que cubrían a las damas casi hasta los tobillos, ceñidos a los cuerpos y con partidos que llegaban hasta la mitad del muslo, colores pasteles y peinados, unos sueltos y otros altos como la cantante de los B52’s.

La amplificación, era un equipo de P. A. y en lugar de micrófono, se veía una especie de transmisor de radio de banda civil. No me pregunten sobre la música ni sobre si hubo o no baile y orquesta, lo que recuerdo es una deliciosa gaseosa de uva y la emoción de mi familia cuando a mi ñaña la coronaron como reina del barrio.

Borrosamente recuerdo a quien en aquel entonces era el Alcalde de Quito, el Arquitecto Sixto Durán Ballén, que años después sería Presidente Constitucional del Ecuador. Si mal no recuerdo, él estuvo en la ceremonia de coronación de la nueva reina acompañado de un séquito de colaboradores, todos con terno oscuro, lentes de marco de carey y pelos engominados, la mayoría miembros de la Cámara Júnior, de quienes mi madre me decía, que pertenecían a la alta sociedad quiteña y a quienes en mis años de juventud pretendí parecerme.

Por aquellas épocas se encontraba de moda la música de los Iracundos y los Ángeles Negros. Como les comentaré más tarde, yo no tuve contacto con otro tipo de música que no fuera la latina, así que, musicalmente fui criado con Boleros, Pasillos y baladas latinas de vez en cuando, matizados con otro tipo de sonidos de música hippie que también se encontraba de moda. Mis contactos con los grupos de rock de los setentas, vino con mi adolescencia, o sea como 10 años después.

Volviendo a la música, recuerdo la famosa “noche del 5" que como dije antes, es la cúspide de las fiestas de la ciudad. Durante esa noche, había fiesta popular en las calles, y en mi caso particular, en la calle donde desembocaba el pasaje donde vivía. Apenas a dos casas de distancia, salía para ver tocar a la Banda Municipal, nuestros amados “trompudos” que siempre daban inicio a las celebraciones.

Recuerdo haber pasado interminables momentos viendo a la banda tocar sus instrumentos, parado frente al bombo y los platillos, con la boca abierta como los niños de pueblo que por primera vez ven un instrumento musical.

viernes, septiembre 11, 2009

Sobre cómo dejé de tocar guitarra

Crecí en un barrio que en aquel tiempo era considerado como un barrio popular de Quito: En la Tola Baja, exactamente a una cuadra de la avenida oriental subiendo por el puente peatonal, a la izquierda en el primer pasaje... la segunda casa de la derecha...

A mi abuela paterna la llamé mamá, pues era la única madre que conocía y a mis tíos los llamaba ñaño o ñaña, expresión autentica de ecuatorianismo. Durante mi infancia, la ñaña Quelo (así le decía pues no podía pronunciar la palabra Consuelo) era soltera y aún vivía con mamá, en cambio el ñaño Pato, ya era casado y vivía un poco más arriba de la casa, casi entrando en la Tola Alta, junto al Estadio de la Liga Barrial La Tola. Para la época de mis recuerdos, el ñaño Pato y la Michita (Mercedes, su esposa y mi tía) ya tenían dos hijos, mis primos Mauricio (el mayor) y Freddy (el menor) y solían ir a casa de visita muy seguido. Recuerdo un escarabajo Wolkswagen en el cual solían ir a casa y en el cual me encantaba subirme para ir metido en la perrera que se forma entre el espaldar del asiento posterior y el inicio del motor del auto.

Para alguno de mis cumpleaños, mamá (o la ñaña, no recuerdo bien) me compraron una guitarra, de esas de palo que venden en las ferias y que tienen cuerdas metálicas que, despacio y constantemente van limando los dedos de los pequeños. Con esa guitarra me sentía Palito Ortega o Nicola Di Bari y andaba cantando de arriba abajo soñando con algún día ser cantante y grabar un disco, de esos de acetato que veía en la casa.

Para aquella época, tenía una vecina a la que solía andar molestando, su casa estaba junto a la mía, y se llamaba Norma, cuyo padre, don Fernando Suasnavas era una institución, por así decirlo, en el círculo de “chullas quiteños” de los años setenta del siglo XX. Entre las cosas que solía hacer, era cantarle con mi guitarra de palo, una canción que por la época andaba de moda en la radio, cantada por el ruiseñor de América, don Julio Jaramillo, o el tío Julio, como solíamos decirle en broma en la familia, esta canción iba mas o menos en ritmo de vals y decía algo como “Escúchame esta canción / que te la dedico a ti / como un recuerdo de amor / Norma mía”. Con apenas 3 o 4 años, andaba yo dando serenatas a las vecinas de barrio, hasta que cierto día, llegaron mis primos en su visita (creo que debe haber sido un domingo) y entre risas y juegos, fuimos sacando absolutamente todos los juguetes que yo tenía (que no eran muchos, pero que entretenían) y se suscitó una pequeña gresca entre mi primo y yo (no recuerdo si fue con el Mauricio o con el Freddy), por la posesión y consecuente derecho al uso y disfrute de la guitarra de palo (ahí salió lo abogado), para no alargar el cuento, la gresca fue de tal tamaño, que mamá, que tenía pocas pulgas, hizo de réferi de la pelea que terminó cuando a ella se le ocurrió ponerme la guitarra como poncho con mi consiguiente llanto y claro, con el deseo de no ver nunca más una guitarra en mi vida.

Fue en ese momento que el mundo se libró de mi como cantante y mamá se aseguró que no sea un bohemio de grande.

jueves, septiembre 10, 2009

Mis primeros recuerdos

Al mirar hacia atrás y fijarme en los resultados de mi vida, realmente creo haber tomado demasiadas decisiones equivocadas, tantas que puedo perder la cuenta de las mismas, pero creo que, el conjunto de todas estas decisiones equivocadas, me han llevado a vivir una vida plena.

Tal vez no tenga el dinero ni la fama ni la fortuna que esperaba tener, tal vez no tenga la calidad de vida que algunos de mis compañeros tienen actualmente y tal vez a mis cuarenta años no tengo aun mi vida arreglada o peor aún solidos cimientos sobre los cuales edificar mi segunda y posiblemte mi tercera edad, pero, ¡¡¡ rayos !!! Tengo un hogar al cual regresar cada noche, tengo un trabajo que me permite vivir decentemente, tengo comida para llevarme a la boca y llevarla a mi familia, ¡¡¡ tengo una familia hermosa !!! Tengo amigos… muchos amigos y tengo varios blogs que son como hijos virtuales… tengo tantas ideas y tantos planes y tantos proyectos, que no me alcanzarían tres vidas para completarlos. Por eso agradezco, no todos los días, pero cada vez que lo recuerdo, agradezco a Dios, al ser infinito, al Gran Arquitecto del Universo por mi vida y por las bendiciones que tengo.


Los primeros recuerdos que aparecen claros en mi memoria se remontan a la época en la que tenía tres o cuatro años… no recuerdo más allá de aquello. En ocasiones he visto antiguas y amarillentas fotos de mis otras edades… de las edades más infantiles y uno que otro recuerdo aflora, como aquella vez en que con mi familia veíamos desde el cerro en el que estaba enclavada mi casa, hacia el cerro del frente, en el cual estaban construyendo lo que a la postre sería la Autopista General Rumiñahui… y muy poco recuerdo de eso… las imágenes que tengo en la cabeza son igual de amarillentas que las fotografías y, me pregunto ¿serán solo los recuerdos los amarillentos o en realidad el sol brillaba más cuando yo era pequeño? ¿será el efecto de los años en las fotografías o en realidad los setentas tuvieron una tonalidad pastel?

Otro recuerdo que viene aparejado de una fotografía es un viaje a San Pablo del lago, en aquella época los viajes eran realmente largos, y llegar a San Pablo tomaba al menos unas 3 horas, o al menos así me parecían a mí. El recuerdo tiene que ver con los sentidos, el frio que hacía en el lago obligaba a que yo me encuentre cubierto hasta la capucha con un saco azul… azul marino, de lana, con un sello marinero, de esos que pican un poco, las orejas frias, cubiertas con la capucha… y hasta ahí el recuerdo.

Yo nací a inicios del año 1969 lo cual significa que soy producto de una noche de pasión de mis padres en pleno mes de abril, se puede decir que soy consecuencia de la primavera. La historia de mis padres, algún día la contaré, sepan ustedes solamente que nací en el mes de enero, soy el tercer hijo de mi madre y el primer hijo de mi padre y, por las circunstancias en las que fui concebido y nací, me quedé a cargo de mis abuela y mis tíos, mientras mi abuelo y mis padres trataban de hacerse una nueva vida en los Estados Unidos.

miércoles, septiembre 09, 2009

Mis encuentros con las transmisiones de video en internet

(La imágen que se encuentra aquí, pertenece a www.inkygirl.com y se encuentra en este post solo con propósitos de diversión. Personalmente no reclamo para mi su autoría)
Hoy empiezo un reto especial que lo he estado posponiendo una y otra vez desde que escuche sobre este programa. El reto de escribir quinientas palabras al día, coherentemente y sin fallar, un solo día, me recuerda las épocas universitarias cuando nos retábamos con algunos amigos a escribir un cuento al menos una vez por semana. Muchos de nosotros fuimos abandonando el reto, se convertían en “un cuento cada quince días”, “un cuento por mes” “es que es largo loco… y además he estado estudiando para el examen de Sucesiones”.

Ahora, encontrar de qué hablar en quinientas palabras, es el segundo reto, el primero es ser constante. Al asumir este reto, voy a tomar a este blog como el confesionario en el cual expondré las ideas, “desde las más sublimes hasta las más perversas”, que se me ocurran a diario.

Durante estos días he estado intentando en vano, hacer una transmisión decente en el sistema ustream.tv, y me refiero a una transmisión decente a intentar transmitir no solo con la web cam sino también con la posibilidad de transmitir videos mientras hacemos un programa interesante de comentarios y ocurrencias con los vagos que tengo de amigos.

En principio intenté solo con el controlador gratuito que provee la página ustream.tv, y llegué a la primera conclusión: 1.- necesito comprar una nueva web cam con una mejor resolución, pero, a pesar de la conclusión, decidí hacer la primera emisión de prueba del programa que por el momento tiene nombre de “la chacota”. Durante la emisión se presentaron ciertos inconvenientes al querer compartir “en vivo” un video posteado en el Youtube, lo cual, al final de la transmisión, me guió hasta mi segunda conclusión: 2.- La velocidad de procesamiento o la memoria RAM de mi computadora no son suficientes para soportar la carga de transacciones que presupone el descargar un video y al mismo tiempo cargar una transmisión en internet. Así que decidí que lo mejor sería conseguir un programa que me ayude a mezclar la transmisión de la cámara con los videos a presentarse sea desde la web o desde mi propio disco duro.

Averiguando y entrando en diferentes foros, supe que, para hacer lo que necesitaba, debía descargar un programa denominado WebcamMax cuya versión de evaluación dura 30 días y se la puede descargar directamente desde la web del autor. El programa parece sencillo y en realidad funciona así que decidí hacer una segunda transmisión de prueba que resultó un fracaso puesto que encontré dificultades al presentar el video musical que salía desde mi disco duro, lo cual me llevó a mi siguiente conclusión: 3.- Realmente la velocidad de procesamiento de mi computadora me juega una mala pasada por lo tanto, debo comprar una nueva computadora.

Antes de verter los santos oleos sobre mi AMD Duron de 1.2Ghz, decidí hacer una última prueba con el programa Manycam que se promocionaba como similar al anterior, resultado: Tercera transmisión fallida y por lo tanto, re afirmación de la conclusión número tres y del hecho que soy un necio sin remedio.